Tras una semana en el Juzgado de Instrucción número cinco me
llegó el aviso.
A los 20 minutos llegaba a la escena del crimen.
No estaba preparado para eso. Yo lo sabía. Los policías lo
sabían. El fiscal lo sabía. Todo el mundo lo sabía. Me miraban con sorna.
No quería darles la satisfacción de que se riesen del nuevo,
así que decidí aguantar con la mayor profesionalidad posible.
-¿Causas de la muerte?- le pregunté al forense tratando de
aparentar tranquilidad. Realmente trataba de hacerme una idea de lo que pudiese
ver allí dentro, si me preparaba tal vez no fuese tan horrible.
El forense me lanzó una despectiva mirada burlona. No sé si
pensaba “¿Quién es este crío?” o “si se caga encima, ¿me salpicará?”.
- Eres nuevo, ¿eh?- dijo sin sonreír. – Otro que ha visto
demasiadas películas americanas… ¿juez?
-Yo, eh… sí… - Me interrumpió.
- Ah, vale. Pues… teniendo en cuenta que parece un queso
gruyer, – aquí sí sonrió – yo diría que apuñalado. Muy apuñalado.
Y se marchó, ya sin sonrisa. Se acercó a un agente, sacó un
cigarro. Se preguntaron por los niños. No parecía nervioso, sólo cansado.
Pasaron varios minutos sin que nadie reparase en mi
presencia, hasta que un policía me hizo gestos para que entrase.
Cinco años de carrera, tres de oposición, uno de escuela
judicial, una semana de servicio… No podía ser tan horrible, todo el mundo
parecía tranquilo. ¡Yo no iba a ser menos!
Vomité en los zapatos del muerto.
Maloles.
PD: Ahí va mi primer texto. 250 palabras, sobre un asesinato. Espero que os guste.
me encanta tu estilo eres acida y tienes mucha ironia en las venas tengo ganas de que publiques mas
ResponderEliminarMe gusta el final,pero queda un poco extraño,es como si faltase algo.
ResponderEliminarMuuuy chachi:)
Es más que sobre un asesinato, es sobre lo irrelevante de los títulos frente a la experiencia. La frase final lo resume perfectamente todo.
ResponderEliminar